Duelo de titanes: El auge de China alimenta la competencia con los intereses de Japón en Asia
Sin lugar a dudas, China se ha erigido como la nueva potencia de la globalización, y esto se percibe con especial intensidad en Asia. Desde su incorporación a la Organización Mundial del Trabajo (WTO) en 2001, el país se ha posicionado a sí mismo en el núcleo de las cadenas de suministro más importantes del mundo, convirtiéndose rápidamente en el socio comercial más importante para muchas de las economías asiáticas. Últimamente, la creciente retórica que rodea a la iniciativa china de la Ruta de la Seda (Belt and Road) – destinada a impulsar las inversiones, principalmente en infraestructuras – ha hecho que los observadores resten importancia al rol que desempeña otra potencia regional: Japón. Aunque China sea la reina en términos comerciales, Japón la supera con creces en el ámbito de la inversión. Pero es posible que los temores en torno a la dominación hegemónica de China en Asia Pacífico (APAC) hayan sido exagerados: Japón sigue siendo un actor clave en este ámbito y lo seguirá siendo en el futuro inmediato.
Sin embargo, un análisis más exhaustivo de la evolución del comercio y las inversiones en la región revela una incipiente competencia entre ambos países. Japón y China son importadores netos de materias primas asiáticas. Cabe destacar que ambos importan cantidades significativas de piezas así como componentes mecánicos y electrónicos, que son transformados en bienes exportables con más valor agregado, gracias al papel relevante que ambos países desempeñan en las cadenas mundiales de suministro de productos electrónicos. No es de extrañar que los tres principales productos que China y Japón exportan a Asia sean: maquinaria y equipamiento eléctrico, maquinaria y aparatos mecánicos y productos siderúrgicos. Consecuentemente, sus estructuras de producción se están volviendo muy similares, lo que ha impulsado a China a reorientar sus inversiones, desplazándose de los recursos minerales a la producción industrial. Eventualmente, el crecimiento de las inversiones chinas en la región Asia-Pacífico podría representar una amenaza para los intereses de las empresas japonesas.
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