Nuevas bases para la tensión política en los países emergentes
Los indicadores tradicionales sociales y económicos (el desempleo, desigualdades, inflación, PBI per cápita) siguen siendo variables clave.
El último informe de Coface sobre los países emergentes resalta que la ola de revoluciones árabes ha tenido un efecto sísmico en el riesgo país tradicional. Como regla general, los trastornos políticos están mal anticipados tanto por los observadores privados como por los investigadores académicos. Los regímenes de Hosni Mubarak en Egipto (Presidente desde 1981 hasta 2011) o el de Zine El Abedine Ben Ali en Túnez (Jefe de Estado de Túnez desde 1987 hasta 2011) se consideran estables. Sólo los períodos de sucesión fueron considerados como potencialmente problemáticos. Los disturbios se originan desde cambios «endógenos» en el régimen, pero no de presiones sociales «endógenas».
La globalización de las protestas también ha causado sorpresa. A través de un hábil proceso de imitación y representación, la revolución tunecina fue seguida por levantamientos similares: los regímenes autoritarios derrocados de Egipto, Libia y Yemen. Además, se han llevado a cabo algunas manifestaciones en Bahrein, Marruecos y Jordania. Pero esta ola va más allá de los países árabes: a finales de diciembre de 2012, a causa de las elecciones legislativas, se desarrollaron también algunos movimientos de protesta sin precedentes en Rusia.
En el 2011 y 2012, la India fue sacudida por protestas contra la corrupción y contra la violencia en las mujeres. En 2012, Sudáfrica fue el escenario de un movimiento social violento e inusual en las minas. Estos diversos episodios de tensión parecen disímiles. Sin embargo, estas protestas – se quiera o no resultan de las revoluciones - expresan una forma de exasperación social con instituciones bajo aviso para tomar en cuenta sus acciones. Desde la revolución tunecina, las sociedades de los países en vías de desarrollo han expresado sus preocupaciones latentes.
Exigencias políticas e institucionales
Los indicadores tradicionales sociales y económicos (el desempleo, desigualdades, inflación, PBI per cápita) siguen siendo variables clave. Sin embargo, no todas se consideran razones para la «exasperación». Es interesante señalar que la revolución egipcia se llevó a cabo después de años de crecimiento récord para Egipto[1] y que Túnez parece ser un modelo de reforma. El FMI reconoce en una reciente publicación[2] que la estrategia de separar las reformas políticas y económicas no ha funcionado. Sin un sistema de “control y equilibrios” por parte de la sociedad, las desigualdades han aumentado y la frustración se ha afianzado.
Marwan Muasher cita el ejemplo de las privatizaciones, que en un sistema deficiente de gobierno, es igual a la apropiación de bienes públicos por una élite cercana al gobierno. En definitiva, las reformas orientadas a liberalización económica promovida por las instituciones internacionales pueden haber tenido consecuencias devastadoras, cuando no han ido acompañados de reformas políticas.
Los habitantes de los países en vías de desarrollo están pidiendo reformas políticas e institucionales que les permitan una mayor participación política y económica. Están exigiendo democracia como lo definió Armatya Sen, es decir, una exigencia de participación para la deliberación y nuevas aspiraciones que se deben considerar. Por lo tanto, es de mayor alcance que la exigencia de elecciones formales y es por esta razón que esta exigencia también se da en los países que cuentan con instituciones democráticas, como la India. Los obstáculos para participar en política o economía no son simplemente el resultado de la ausencia de libertad de expresión sino que también son el resultado de menos reglas invisibles y formales (por ejemplo, la falta de proteger los derechos de propiedad, la corrupción y el acoso administrativo invasivo, las barreras para el desarrollo socio-económico y político de las mujeres, de los jóvenes) que han llegado a ser intolerables.
Se ignoran cambios culturales trascendentales
Si la exigencia de la democracia (en sentido amplio) se ha convertido cada vez más importante en los países en vía de desarrollo, esto se debe también a que las sociedades cuentan más medios para instigarla. Se ha sobreestimado la profundidad de la sociedad civil en los sistemas políticos autoritarios. La prosperidad económica desempeña un papel fundamental al liberar a los ciudadanos de las preocupaciones de la propia supervivencia. Esta evolución de necesidades se caracteriza por la famosa pirámide desarrollada por el psicólogo Abraham Maslow, que representa una jerarquía de necesidades de los individuos basada en la idea de que éstas evolucionan a medida que las satisfacen. Cuando las necesidades de supervivencia se cumplen, se deben satisfacer otras necesidades (seguridad, pertenencia, estima, logro, en ese orden definido por Maslow). El aumento en la educación de los jóvenes es también un factor esencial de frustraciones.
El investigador, Florencia Gaub, en su resumen de las lecciones que se obtuvieron de la primavera árabe[3] brinda importancia a la frustración relacionada a la llegada de los jóvenes titulados en los mercados de trabajo que no pueden absorberlos: «A pesar de ser definidas como fuertes, las instituciones estatales tunecinas no fueron capaces de llenar el vacío que las reformas educativas habían creado entre expectativas y realidad ». Por último, el papel de la mujer en las sociedades árabes ha evolucionado considerablemente y muchas de ellas participaron en las manifestaciones de Egipto y Túnez. El demógrafo, Philippe Fargues, especialista en el mundo árabe indica que «mientras que en el pasado una alta tasa de fecundidad era relacionada a los matrimonios jóvenes y la mínima participación de mujer en la economía; la tasa de fecundidad se redujo de 7 hijos por mujer en 1960 a 2,9 en 2008», datos obtenidos de la región MENA (por su siglas en inglés)[4]. Por lo tanto, las exigencias democráticas, también se refieren al género ya que estos cambios trascendentes han cambiado el rol de la mujer en las sociedades árabes.
Finalmente las redes sociales son una nueva forma de expresar frustración. El acceso a Internet en muchos países en vías de desarrollo ha explotado literalmente. Las redes sociales desempeñan dos papeles. Son un medio de movilización rápida, fácil de usar y poco controlado por las autoridades. Sin embargo, son similares a un experimento democrático que permite a muchos jóvenes expresarse libremente en un mundo virtual, pero también no jerárquico. Poco a poco, la discrepancia entre los obstáculos en la sociedad actual y la libertad experimentada en la pantalla se ha vuelto difícil de aceptar. Debemos recordar que el activista ruso disidente, Navalnyi Alexey, se hizo famoso, entre otras cosas, gracias a su sitio web «Rosspil», que recomendaba a los ciudadanos rusos que desde finales de 2010 registren, por medio de documentos públicos oficiales, apropiación indebida de fondos por parte de las administraciones en el ámbito de la contratación pública.
Hacia la redefinición de los indicadores de riesgo político
A partir de este rápido análisis, los indicadores de riesgo político nos parecen ser de dos tipos: las presiones para el cambio deben ser medidas por variables que representan el grado de intensidad de las frustraciones económicas, sociales y políticas en un país determinado. Las desigualdades, la magnitud del desempleo, las libertades políticas y la corrupción son los factores multidimensionales de estas frustraciones. Sin embargo, la existencia de estas tensiones, incluso si es muy intensa, no significa que ocasionará los trastornos sociales. La capacidad de las sociedades para transformar estas presiones en cambio efectivos requiere el desarrollo de instrumentos que a su vez permiten la expresión, la canalización y movilización de estas desventajas. El desarrollo de estos instrumentos, de naturaleza esencialmente cultural, ha jugado un papel importante en los países árabes. Se trata del nivel de educación, mayor acceso a la Internet, la urbanización, la tasa de fertilidad y la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral. Según nuestro análisis, estos cambios culturales son una medida de la capacidad de la sociedad para transformar la frustración en acción política.
[1] Entre 2006 y 2008, la tasa de crecimiento promedio anual del PBI fue 7%. Entre 1998 y 2008, el PBI per capital de Túnez en dólares creció de 2336 para 4345, (fuente: FMI)
[2] Referirse a Muasher M. (2013), Freedom and Bread Go Together, en el número especial dedicado a los países del medio oriente: « The Middle-East: Focus on the Future », Finance & Development, March 2013.
[3] F) Gaub (2012) « Lessons Learnt: Understanding instability: Lecciones de la “Primavera Árabe”, AHRC Policy Series n°9, Arts and Humanities Research Council, Informe para « History of British Intelligence and Security Research Project », Diciembre 2012.
[4] Ph. Fargues (2008), Patrones demográficos emergentes a través del Mediterráneo y sus implicaciones para la migración para el 2030. , Migration Policy Institute, Transatlantic Council on Migration, Noviembre.