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07/03/2018
Publicaciones económicas

Industria automotriz mexicana: soplan vientos adversos desde el norte

Industria automotriz mexicana: soplan vientos adversos desde el norte

La industria automotriz mexicana ha experimentado un fuerte crecimiento desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1993. La representatividad del sector aumentó, pasando del 1,5% del PIB y 8,5% de la producción industrial en 1993 a 3% del PIB y 18% de la producción industrial en 2015. Actualmente, es el séptimo fabricante de automóviles del mundo y el más grande de Latinoamérica (tras superar a Brasil en 2014). Sin embargo, el brillante desempeño del sector no es percibido por todos bajo una luz positiva. Desde el comienzo de su campaña electoral en 2016, el presidente estadounidense Donald Trump ha atacado continuamente al TLCAN, responsabilizándole por el profundo déficit comercial entre Estados Unidos y México (71.100 millones de dólares en 2017) y por la destrucción de puestos de trabajo americanos. La industria automotriz es uno de sus blancos favoritos, y no es casual: el transporte y los equipos relacionados con este sector representan aproximadamente en 13,9 del total de las exportaciones americanas a México y 33,7% del total de las importaciones mexicanas destinadas a Estados Unidos. En general, es el sector que registra el mayor desequilibrio comercial en el gran país del Norte.     

Coface degradó la evaluación de la industria automotriz mexicana de “riesgo medio” a “riesgo alto” en diciembre de 2017, tras las elecciones presidenciales en Estados Unidos, debido, en parte, a la exposición del sector a los cambios potenciales en el TLCAN.

Las renegociaciones del TLCAN comenzaron en agosto de 2017, y desde entonces se han dilatado hasta, al menos, el primer trimestre de 2018. Actualmente, el acuerdo requiere que los vehículos terminados incluyan 62,5% de sus partes provenientes de otros estados miembros, con el fin de beneficiarse de las importaciones libres de aranceles aduaneros en todo el continente. Los negociadores de Estados Unidos pretenden aumentar este ratio a 86%, garantizando el 50% a los productores estadounidenses. Esta propuesta fue rechazada categóricamente por los gobiernos de Canadá y México, así como por los fabricantes de automóviles de los tres países, que sostienen que el ratio de 85% no es sostenible. 

El resultado final de las negociaciones podría posponerse hasta 2019, en virtud, especialmente, del calendario electoral en México y Estados Unidos en 2018. La principal consecuencia a corto plazo afecta a las inversiones, actualmente en stand-by. Coface estima que el escenario más probable sería la consecución de un acuerdo comercial que preserve la mayoría de los lazos transfronterizos comerciales y de inversión entre los tres países.    

 Aún si el TLCAN se disolviera, existen algunos factores (como la libre flotación cambiaria mexicana y la estrecha integración de las industrias de ambos países) que amortiguarían el impacto para la industria automotriz mexicana. Por otra parte, si Estados Unidos abandona el tratado, el intercambio comercial entre ambos países estaría regulado por las cláusulas de las Naciones Más Favorecidas (MFN) de la WTO, en vigor desde 1994. Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos pagarían un arancel medio de 3,5%, mientras que las exportaciones americanas hacia México afrontarían un arancel medio de 7,1%.

Los legisladores mexicanos deberían comenzar a pensar más allá del TLCAN, y concentrarse en los problemas internos que reducen el atractivo del país para los inversores (tales como la debilidad del estado de derecho, la elevada corrupción y el aumento de la criminalidad). 

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